LA PEDERASTIA
Según algunos autores (no todos, de hecho otros afirman lo contrario de lo que se dice a continuación), en Esparta, como en el resto de Grecia, la pederastia no sólo se aceptaba con normalidad, sino que estaba casi institucionalizada como parte del sistema educativo. A los doce años, según cuenta Plutarco, era corriente que tuvieran ya un amante de entre los muchachos mayores y más prestigiosos (el Erasta; del griego "erastés" = el amante). La relación entre la pareja adquiría tal carácter oficial que en algún caso los éforos castigaron al erasta por una falta cometida por su efebo. No estaban bien vistos, en cambio, los celos o rivalidades por un mismo muchacho, sino que ambos rivales debían colaborar al unísono en la educación del amado (el Eronome; del griego "eromenós" = el amado).
Simultáneamente, sin embargo, el matrimonio y la procreación se consideraban deberes sagrados para con la ciudad, hasta el punto de que los solteros en edad de casarse eran objeto de particulares impuestos y de humillaciones públicas.
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