jueves, 15 de noviembre de 2007

δελ ναθιμιεντω α λωσ σιετε ανοσ


DEL NACIMIENTO A LOS 7 AÑOS

Esparta implantó una estricta eugenesia destinada a conseguir niños sanos y fuertes. De acuerdo con Plutarco (Vida de Licurgo ) nada más nacer, el niño era examinado por una comisión de ancianos en la Lesjé (“Pórtico”, “Soportales”), para determinar si era hermoso y de constitución robusta. En caso contrario se le llevaba al Apóthetas, una zona barrancosa al pie del Taigeto, donde se le arrojaba o abandonaba en una cima. Se buscaba eliminar así toda boca improductiva. Si el niño (o la niña) superaba la prueba, era confiado a su familia para que lo criase.
Durante su estancia en el ámbito familiar no se mimaba al niño. Se instruía especialmente a las nodrizas para que lo criaran sin pañales que constriñesen su crecimiento o debilitaran su resistencia al frío y al calor. Al niño pequeño se le prohibía toda clase de melindres, caprichos o rabietas, y debía acostumbrarse a estar solo y a no temer a la oscuridad. Era también costumbre bañarlos con vino, pues existía la creencia (así lo afirma el mismo
Aristóteles) de que provocaba convulsiones, haciendo que las naturalezas enfermizas sucumbieran enseguida y robusteciendo, en cambio, las sanas. Las nodrizas espartanas llegaron a gozar de fama en algunas regiones de Grecia. Espartana era, por ejemplo, Amicla, la que crió al ateniense Alcibíades.

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